El potencial económico y la gran capacidad bélica consiguió inclinar la balanza de la guerra a favor de los Aliados en 1943. Comenzó entonces una gran ofensiva contra el régimen nazi el 6 de junio de 1944 con el desembarco de Normandía. Días después las tropas de refuerzo aliadas llegaron a París y consiguieron liberar a la capital y más tarde al resto de Francia de la ocupación alemana, además atacaron las fábricas industriales del Reich con el fin de cortar sus suministros.
En lo que concierne al frente oriental, el ejército soviético iba ganando terreno poco a poco. Así, en enero de 1945 liberaron Polonia y Hungría de la ocupación nazi. Cada vez más victorias se iban sumando a los Aliados, como el bombardeo de Dresden que terminó con casi 100.000 civiles muertos. Finalmente, todo culminó con la gran ofensiva final contra Alemania en 1945.
El 29 de abril de 1945 Hitler se suicidó y la capital alemana cayó el 2 de mayo tras intensos bombardeos. El 7 de mayo, tras estos acontecimientos y los intentos fallidos de una contraofensiva nazi, Alemania firmaba la rendición ante los Aliados, aunque la guerra en el pacífico todavía continuaba.
Durante un tiempo Japón resistió las ofensivas aliadas, pero finalmente se rindió el 2 de septiembre de 1945 tras el ataque de las bombas atómicas estadounidenses sobre Hiroshima y Nagasaki. De este modo la Segunda Guerra Mundial había concluido, y las potencias vencedoras se reunirían para determinar el nuevo orden mundial.
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